sábado, 21 de marzo de 2009

La Caja X (última parte)


IV
-¡Van a abrir un ciber nuevo! ¡Justo enfrente de la casa!
Gritaba mi hermanita emocionada. Lo único que pensé es que al fin no tendría que caminar tantas cuadras en busca de un lugar donde imprimir.
Lo que no sabíamos es que ese lugar no sería solamente un ciber, sino que era un centro de diversión, en donde una decena o docena (¡no lo se!) de jóvenes se reúnen a jugar con cajitas x.
El problema no era el hecho que estuvieran ahí, sino el estruendoso ruido que hacían.
Noche tras noche, cuando era hora de dormir tenía que arrullarme con “Welcome to the jungle”, “Paranoid”, “The sunshine of your love” y demás canciones de rock. Y es que si me gustan aquellas canciones, pero esas estaban terriblemente tocadas, desafinadas, que se yo.
-Se llama Guitar Hero.- me dijo un amigo
-¿Y eso que? -Contesté enojada; me importaba poco el nombre, lo único que pensaba es cuando cambiarían de canciones.
Semanas después, la vecina de alado fue la encargada de hacer callar esos estruendosos sonidos de guitarras desafinadas.

V
Antes de llegar la navidad, a mi novio le entró la extraña idea de que el mejor regalo que pudiese recibir sería una Caja X. Lo primero que pensé fue que ojalá no fuera una indirecta ya que no me daría para juntar ni la décima parte de lo que cuesta una.
Mientras más se acercaba diciembre, más se obsesionaba con ella. Tanto así que una noche llegó diciéndome que ya tenía el plan perfecto para recibir su caja X en Navidad.
Y así fue, el sus hermanitos no pidieron absolutamente nada más para Navidad que una caja X que compartirían entre todos.
Santa Claus llegó y toda la mañana de navidad no supe de mi novio; fue hasta la noche cuando me habló para decirme que esa había sido la mañana más feliz de su vida.

VI
En diciembre las personas se ponen más sensibles y todos dicen que es la época para perdonar y reencontrarse con los amigos. Fue exactamente un día después de Navidad cuándo mi novio recibió una llamada de unos viejos amigos para reunirnos y convivir un rato.
Acepté, no podía negarme; en parte porque no había nada más que hacer esa tarde y porque eran personas que me caen bien. Llegamos. Saludamos. Nos sentamos. Y al fin fue hora.
Hora de jugar, así lo decidieron ellos. En la sala, bajo una gran televisión a color se encontraba una caja X. Sandra, Lucía y yo tuvimos que esperar sentadas viendo como nuestros respectivos novios junto con otros dos amigos más se enajenaban jugando.
Fue nuestro turno: Lucía se negaba, pero al fin accedió. No se en qué momento sucedió pero nos perdimos intentando acumular más puntos. Tuvieron que desconectarnos todo para por fin tenernos de vuelta en el mundo real.
VII
Tengo que confesar algo: soy adicta a la caja X. Fue culpa de ellos, de mi novio y sus amigos. Después del rotundo éxito de la reunión anterior en casa Armando, decidieron organizar otra más; solo que esta vez convocaron a más gente y llevaron el famoso juego de las guitarras.
Al principio dudé de jugar, sentí miedo que todos se burlaran al ver que no era capaz de atinarle a una sola nota. Y así fue. Creo que fue eso lo que me indujo a perfeccionar mi técnica, toqué y toqué hasta que por fin pude lograr un buen puntaje.
Pasaron las horas, los ojos se fueron enrojeciendo, los cabellos despeinando, el refresco acabando; hasta que el dueño de la casa decidió sacarnos.
Llegué a mi casa pensando en el día en que los amigos de mi novio le llamen para volver a ir a jugar.
Anoche no dormí bien, mi sueño fue algo intranquilo y extraño. Soñaba que subía a un muy lugar alto…

jueves, 19 de febrero de 2009

La Caja X (primera parte)


Anoche no dormí bien, mi sueño fue algo intranquilo y extraño. Soñaba que subía a un lugar muy alto, un escenario en realidad. Todos los presentes me miraban y gritaban llenos de excitación. Era un concierto, tenía una guitarra y yo era una “Rock Star”. Todo es culpa de la caja X.
I
Mi primer encuentro con ella fue hace ya unos años atrás, me encontraba en el último año de preparatoria y mi novio de ese entonces hablaba mucho sobre ella. Un día llegó con los ojos desorbitados, el cabello revuelto y visiblemente agitado diciéndome que sus padres le habían regalado una de esas dichosas cajas X. La describió de tal manera que todo indicaba que era la octava maravilla, se podía escuchar música, ver películas, jugar y muchas cosas más en esa cajita. En verdad que yo no entendía porque tanto alboroto por ese aparato.
Una semana después me invitó a su casa a conocer la famosa caja X. Al llegar sus hermanitos llegaron corriendo diciéndome que tenía que jugar con ellos, que me iban a ganar, que eran los mejores jugadores. Accedí con tal de conocer el famoso aparatito; era una caja negra, algo así como el C.P.U. de una computadora, pero a su vez parecía un reproductor de DVD. En fin, ahí estaba aquello que causaba tanto furor y revuelo, jugué un rato hasta que los pequeños se cansaron de ganarme en cada juego.

II
Años más tarde, en realidad dos nada más. Cuando me encontraba ya empezando la carrera; conocí gente nueva. Había un grupito de chicos que se decían ser los más populares y guapos de mi facultad que siempre andaban juntos de un lado para otro. Uno de ellos: Roberto, era novio de una amiga: Martina. Ella se quejaba constantemente de su novio, ya que en muchas ocasiones la iba a visitar tarde o simplemente no lo hacía por quedarse con sus amigos. A mi siempre me pareció muy extraño que se la pasaran tantas horas en casa de uno de ellos, que nunca contestara el celular y mucho menos salieran al llamado de la puerta.
Martina y yo decidimos investigar cual era el motivo de esas extrañas reuniones. Llegamos a casa del amigo de Roberto, era una casa grande con rejas y un jardín algo peculiar. Después de hacer las acrobacias más espectaculares para poder brincar la reja, estábamos listas para ingresar a un circo y a su vez nos encontrábamos en el interior de la casa.
­­­­-A esto se le llama allanamiento de morada.- dijo Martina con el semblante algo descompuesto.
-Cállate y vamos.-Le contesté en voz baja.
Por fin estuvimos junto a la ventana del cuarto en donde supuestamente estaban Roberto y sus amigos, con mucho cuidado
Ahí estaban los cinco chicos, abobados, mirando la TV, con unos controles en las manos y justamente bajo la televisión se encontraba una caja X. Sólo que ya no era como la de años atrás, ahora era blanca y más bonita.
Martina y Roberto cortaron esa misma noche.

III
Un año después, cuando la historia de Martina y Roberto estaba más que olvidada; conocí a Demetrio, era un chico encantador a simple vista, tan delgado que parecía que al menor movimiento se rompería. Tengo que admitir que resultaba agradable platicar con él, compartíamos los mismos gustos musicales, estudiábamos carreras afines; todo un sueño.
Todo se derrumbó…. Cuando me dijo que su mayor afición era jugar con la caja X; pero más aún al sacar a relucir que el era el campeón de campeones de las “retas de H3”. Quedé horrorizada, en seguida recordé la historia de Martina y sentí unas nauseas terribles. Nunca más supe de Demetrio, o más bien el nunca supo más de mi.